El Nudo del Azuay donde inicia la provincia de Cañar, rodeada de cerros y muchos vestigios arqueológicos como el famoso Complejo de Ingapirca, donde todos sus cerros se encuentran densamente poblados por los nativos indentificados con la etnia cañari, que poseen su propia lengua quichua pertenecientes a la sierra meridional del Ecuador.
Su vida pasa apacible entre producir la tierra agrícola, la crianza de animales menores y alguna que otra artesanía que les ocupa la mayor parte del tiempo, su vestimenta muy abrigada, ya que el nudo del Azuay es conocido desde tiempos inmemoriables como un “cerro bravo” por los fuertes vientos que la azotan. En la época aborígen y colonial era paso obligado entre Cañar y Alausí en el viaje a Quito por un camino de herradura que todavía sobrevive al paso del tiempo, el denominado Ingañán de los Incas. El hito más importante científicamente de este nudo es la famosa laguna de Culebrillas, pues representa el complejo fluvio-lacustre de esta zona, y a su alrededor encontramos varias ruinas prehispánicas, lamentablemente no se sabe a ciencia cierta el nombre aborígen de esta laguna, si no solamente se la llama Culebrillas desde el siglo XVIII por la forma serpenteante de su río o desague que al descender del nudo hacia el sureste y terminar casi en el río Cañar posee la forma de una culebra.
Igualmente son serpenteantes el río que alimenta a la laguna de Culebrillas que parece formado por dos vertientes, la una originada en la laguna de Sansahuin y la otra que se desprende por el norte, con el nombre de Espíndola. De entre los dos ríos se levanta la denominada cuchilla de Pucaloma.
En el nudo del Azuay se encuentran algunos cerros unos que sobrepasan los 4.000 metros como la cuchilla de Quimsa-Cruz o Tres Cruces, otras como Paredones, Yanasacha, Rasullana, Ansahuaico, Picashca, asi como el Yana-urcu, y lagunas como Patococha y Mapacocha, y cerros como el Gallo-Rumi, Yahuarcocha, Yanacocha entre otros.
Es importante manifestar que en el valle del río Cañar, surgen elevaciones como el cerro Buerán de 3.818m. que sirvieron como punto de triangulación, entre Quinoa-loma y Sinasaguán, a los académicos franceses en 1739, quedando estos un poco al sur de la ciudad de Cañar antiguamente conocida como Hatun Cañar. Hacia el oeste de la ciudad se encuentra el Quilloag, y el enigmático Cerro Narrio que debe ser declarado de protección inmediata por la Municipalidad para preservar su valor histórico y cultural como pieza fundamental de la historia del cantón Cañar. Al suroeste los cerros de Huairapungo sobre el río que lleva su nombre, el Cubilán con 3.707 m., además del Chicho-Chunguín, Silante-Chiripungo, lomas cercanas a Inga Pirca. Cabe indicar que el cerro Buerán se encuentra en el nudo que separa la hoya del Cañar con la hoya de Cuenca.
Los cerros dentro de la consmovisión andina eran considerados como huacas, o sitios de adoración, sobre todo porque les acercaban más al cielo, donde estaban sus deidades como la luna en el caso de los cañaris. De éstos cerros se creían descendientes algunas parcialidades cañaris por lo tanto existe el sentido de linaje y apreciación religiosa en el concepto de huaca.
La leyenda o mito del Urcu-yaya
Es una leyenda contada en torno al mito del Nudo del Azuay recopilado oralmente por descendientes de los míticos aborígenes cañaris. “ En tiempo antiguo cuando los runas pasaban por Tres Cruces (Quimsa Cruz), yendo a bautizar a los guagas en Guasuntos, saliendo de aquí de Sisid, al llegar al sitio, el Urcuyaya ha sabido quitar al guagua”. “El Urcu-yaya roba también a las mujeres: un hombrecito estando pasando por Tres Cruces, estando haciendo seguir a ella; ella iba atrás, él que se voltea, a regresar a ver a la mujer, ella desapareció, y el marido tuvo que regresar solo. Al día siguiente la familia del marido y él fueron a buscarla y no se la encontró. Entones en un sueño se le reveló ella y le dijo “en tal parte estoy”. Estoy en la laguna de Sunsay- cucha, estoy al pie de esa laguna, había dicho ella en el sueño. A mí no me suelta el Urcu-yaya, en mis piernas está durmiendo el Urcu-yaya. Pero ven a las 11 en punto… En el sueño le revelaba que venga con cuatro personas más, y que él traiga un machete bien afiladito, si no, no ha de soltar, le revelaba la mujer a su marido. Llegado el momento regresó el marido al otro día. Calladito sin habla, se sacaron el poncho; y la mujer, despacito, como a un guagua que va a hacer dormir le pone en el suelo al Urcu-yaya, y el marido con el machete le ha dado, cortándole la cabeza; y la cabeza cortada ha ido rodando cerro abajo haciendo una línea ondulada como de culebra, así y desde ahí es que por esa línea viene el agua a la laguna de Culebrillas; así la cabeza ha ido a atajarse en la laguna de Culebrillas, y desde ahí es esa temeridad de “laguna grande” que tiene la laguna de Sunsay-cucha, desde que el marido le cortó la cabeza al Urcu-yaya.
Aquella mujercita al fin había dado a luz un hijo de Urcuyaya, pero al guagua le habían ido a dejar en el mismo sitio donde se perdió la mujer, le fueron abandonar.
Los padrecitos mismos habían mandado que la mujer se confiese y reciba la comunión, y el mismo taita curita había dicho que “vaya a dejar a ese guagua allá mismo, una vez que ha sido de “él”, ha sido hijo del Urcu-yaya”.
Variación del mito:
“El Urcu-yaya le ha quitado una vez una mujer a un marido, cuando ambos se iban pasando el Azuay; ella desapareció. La mujer le hizo soñar al marido avisando donde está. Yendo con otros a buscarla, el marido la encontró “espulgando la cabeza del Urcu-yaya.
De repente el marido le macheteó el cuello al Urcu yaya y la cabeza de éste ¿donde iría rodando?. La muyer estaba “vacía, dice que ha regresado embarazada. Ella des que ha sido hermosísima como una señora blanca. Cuando caminaba por el cerro le hacia marear, el cerro le hacia aparecer gusanitos de colores, rojos azules, amarillos.
Le daba susto pasar el cerro Azuay, pero cuando buscaba gusanitos negros asomaba la lluvia.
Acostumbramos ir a poner velitas en el cerro Tres Cruces. De ahí encima viene el agua, botándose desde una peña, formándose una cueva adentro. Es la cueva de Espíndola.
Pero el cerro Urcu-yaya tiene un huarmi-cerro que se llama Mamahuaca. Esta queda en Cajas, de las Tres Cruces para acá.
Forma del Urcu-yaya “Viedo de lejos, el Urcuyaya es una piedra, en forma de ganado. La figura es tal como ganado echado en el suelo sobre una piedra, diez cuadras más arriba de Culebrillas. En la laguna hay una casa que es como un castillo de Ingapirca, pero es abandonado. Desde ahí nace una cequia que viene bajando en forma de culebra. Dicen que el Urcuyaya es ganado encantado que se convirtió en piedra.
Cuando está pasando una mujer por los cerros, empieza a llover, hay nevadas con las cuales se vive o se muere. A los nuevos que van al cerro, el Urcu-yaya quita los guaguas sin bautizar.
Otros Urcu-yayas
Existen otros urcu-yayas como por ejemplo el cerro Cubilán. “Tres Cruces, (Espíndola), Buerán y Huairapungo, esos son los Urcu-yaya. Pero hay una Urcu- yaya “menor” que es el cerro Silante y otros “menores”: Chico- Moloboc, Chico-Buerán los que tenían un Santo; cuando le querían sacar, la lluvia venía y lo impedía el cerro. El Yanaurcu es el cerro que “sabe hacer llover”.
BIBLIOGRAFIA:
- Burgos, Hugo, “El Mito en Los Pueblos Indios de America”, El Mito del Urcuyaya, en homenaje
póstumo al presbítero Angel María Iglesias vicario de Cañar, Quito, Abyayala, 1992, p. 65-71.
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